PALABRAS IMPROVISADAS, DESDE EL BALCÓN, EN SU TERCERA NOCHE EN CRACOVIA

Viernes 29 de julio de 2016

Hoy ha sido un día especial. Una jornada de dolor, el viernes en el que recordamos la muerte de Jesús y con los jóvenes hemos terminado la jornada con la oración del Vía Crucis. Hemos rezado el Vía Crucis. El dolor y la muerte de Jesús por todos nosotros.

Hemos estado unidos a Jesús sufriente, pero no solo sufriente hace 2 mil años sino también sufriente hoy, tanta gente que sufre: los enfermos, los que están en guerra, los sin techo, los que tienen hambre, los que tienen dudas en la vida, que no sienten la felicidad, o que se sienten con el peso del propio pecado.

En la tarde fui al hospital de los niños, ahí también Jesús sufre en tantos niños enfermos y siempre me viene esa pregunta ¿Por qué sufren los niños? Es un misterio, no hay respuesta para esta pregunta.

En la mañana también otro dolor: fui a Auschwitz - Birkenau, a recordar el dolor de hace tantos años. ¡Cuánto dolor, cuánta crueldad! ¿Pero es posible que nosotros los hombres creados a semejanza de Dios, seamos capaces de hacer estas cosas? Las cosas se han hecho… yo no quiero amargarles, pero debo decirles la verdad.

La crueldad no ha terminado en Auschwitz-Birkenau. Hoy, hoy, hoy se tortura a la gente, tantos prisioneros son torturados, rápido para hacerlos hablar.

Hoy hay hombres y mujeres en las cárceles sobre pobladas. Viven como animales. Hoy hay esta crueldad. Nosotros decimos, ‘sí, allí, hemos visto la crueldad de hace 70 años, como morían fusilados o con el gas’, pero hoy en tantos lugares del mundo donde hay guerra sucede lo mismo.

Por esta realidad Jesús ha venido, para llevarla sobre sus espaldas y nos pide rezar, recemos por todos los ‘Jesús’ que hoy hay en el mundo: los hambrientos, los sedientos, los dudosos, los enfermos, los que están solos, los que sienten el peso de tantas dudas y culpas. Sufren mucho.

Recemos por tantos niños enfermos inocentes que portan la cruz siendo niños y recemos por tantos hombres y mujeres que hoy son torturados en tantos países del mundo, por los encarcelados que están todos amontonados allí como si fuesen animales Es un poco triste lo que les digo pero es la realidad, la realidad que Jesús ha portado sobre si, todas estas cosas, también nuestro pecado.

Todos aquí somos pecadores, todos tenemos el peso de nuestros pecados. Si alguno no se siente pecado que alce la mano.

Todos somos pecadores, pero Él nos ama, nos ama y como pecadores e hijos de Dios, hijos de su Padre, hagamos todos juntos una oración por esta gente que sufren hoy en el mundo tantas cosas malas.

Cuando hay problemas, el niño busca a la mamá y nosotros también la buscamos, cada uno ahora le reza a ella en su propio idioma.

(Ave María)

El Señor los bendiga: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Les auguro una buena noche, un buen reposo, recen por mí y mañana continuaremos esta bella Jornada de la Juventud.

Muchas gracias.